“Te paso el contacto de Palmetti; después de hablar con él no vas a querer comer nada más”, nos advierte una amiga que conoce de cerca la movida crudivegana local. No exagera: Néstor Palmetti es uno de los máximos referentes de la nutrición alternativa en el país y un crítico implacable de casi todos los procedimientos de la industria alimenticia moderna.
“El procesamiento industrial se vale de sustancias químicas para lograr que los productos lleguen al consumidor con determinadas características”, sentencia desde su refugio en el Valle de Traslasierra (Córdoba), donde dirige el centro terapéutico Espacio Depurativo.
“Casi todos estos agentes son extraños a nuestra naturaleza, sintetizados artificialmente en laboratorios”, asegura la nutricionista naturista Ana Aguado, otra enemiga acérrima de los alimentos envasados. El naturópata Carlos Wimmer se suma a los cuestionamientos. “La vieja máxima de Hipócrates, que tu alimento sea tu medicina, ha quedado sepultada bajo las góndolas de los supermercados”, se lamenta.
Todos ellos desconfían del carácter inocuo de estos añadidos. Motivos no les faltan: la información disponible suele ser escasa y confusa, algunos aditivos -de hecho- están prohibidos en ciertos países; y sobre otros pesan sospechas de toxicidad.
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