Cada vez más estados diseñan e implementan distintas políticas tendientes a incentivar la agroecología y promover sistemas de producción de alimentos más sustentables, justos y en armonía con el entorno.
Pero el caso de Bután supera todo lo conocido hasta ahora: el pequeño reino situado a los pies del Himalaya, famoso por medir su bienestar según un curioso índice de «felicidad nacional bruta» en lugar del tradicional PBI, se convertirá en los próximos años en el primer país 100% orgánico, de prosperar la iniciativa anunciada en conjunto por los principales líderes políticos de las fuerzas oficialistas y opositoras.
En un gesto de unidad y visión estratégica que por estos pagos sería impensable, los partidos butaneses más representativos consensuaron un plan que apunta a erradicar el uso de pesticidas y fertilizantes químicos. Si bien no hay un plazo formal para poner en marcha el anuncio, la intención es completar el proyecto hacia fines de la década en curso.
Para lograrlo, las autoridades han contratado expertos internacionales en agricultura ecológica, que los ayudarán a encontrar soluciones naturales a los últimos problemas de plagas y enfermedades que afectan todavía a parte de sus cultivos. Hoy, alrededor del 70% de los alimentos allí producidos ya crece libre de agroquímicos.
Sin embargo, hay quienes dudan sobre la aplicabilidad de la medida y advierten que no será fácil convencer a algunos granjeros de renunciar al uso de sustancias que les permiten aumentar sus rendimientos y la productividad de sus tierras. Para estos escépticos, el sueño de un Bután completamente orgánico no es más que un eslogan bonito pero impracticable.
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