Hace un tiempo te contamos que los alimentos orgánicos están en el ojo de la tormenta y que, por diferentes motivos, son cuestionados incluso desde las mismas trincheras del ambientalismo. Sin embargo, las evidencias a favor de la agricultura ecológica parecen pesar más, en la balanza, que los argumentos en su contra.
Ahora, científicos de la universidad de Berkeley, California, dicen haber confirmado la hipótesis que podría tirar abajo una de las consignas anti-orgánicos más extendidas: la idea de que este tipo de producción no es aplicable a escala masiva. En otras palabras, algo así como: «Los alimentos verdes están muy bien para quienes pueden pagarlos pero, si aspiramos a saciar el hambre de una humanidad que se multiplica a un ritmo nunca antes visto, no queda otra que aceptar los métodos tradicionales de explotación agrícola intensiva, con su carga de fertilizantes químicos, pesticidas y organismos genéticamente modificados».
Pues bien: investigadores estadounidenses se ocuparon de revisar y comparar más de un centenar de estudios al respecto y demostraron que, a contramano de esa creencia, los rendimientos de los cultivos orgánicos son mayores de lo que se pensaba. Y que, de adoptarse una serie de prácticas (como la rotación y el multicultivo) tendientes a optimizar la eficacia de este modelo, la brecha de productividad con la agricultura clásica podría definitivamente zanjarse.
Así, a juzgar por estas conclusiones, la perspectiva de un sistema alimenticio más sustentable, saludable y natural parece cada día un poco menos utópica.
Más info (en inglés) en esta nota y en la web de Berkeley University.