En 1989, la industria local de las golosinas impulsó la creación de la “Semana de la dulzura”, una eficaz movida de marketing para impulsar sus ventas. La idea perduró y logró instalarse como un hito impostergable del calendario invernal de los argentinos, justo en la época en la que el consumo de dulces suele incrementarse. Así, la consigna de canjear “una golosina por un beso” entre el 1º y el 7 de julio de cada año se hizo costumbre entre amigos, parejas y compañeros de oficina.
Sabemos que las golosinas no son precisamente los alimentos más saludables y nutritivos. De hecho, el diccionario las define como “manjar delicado que sirve más para el gusto que para el sustento” y, en otra de sus acepciones, “cosa más agradable que útil”. O sea: no le pidamos peras al olmo ni vitaminas a un chupetín. Pero tampoco es cuestión de demonizarlas y desterrarlas definitivamente de nuestro paladar —vamos, que una de vez en cuando nos devuelve a la infancia y no hace mal a nadie—; y menos aún de quedarse afuera del pegajoso ritual que la gente de Arcor, a través de su producto insignia Bon o Bon, supo construir.
Para no caer en los productos de siempre, una alternativa interesante es sorprender con golosinas no tradicionales —gourmet, artesanales, vintage, creativas, personalizadas—, de esas que no se consiguen en el kiosco de la esquina sino en candy boutiques de Palermo (como Caramelos Artesanos y Dr. Candy) o en góndolas del Barrio Chino.
Hace unos meses, JOY publicó una nota de tapa que exploraba las últimas tendencias globales en esta materia, desde alfajores premium hasta la revalorización gourmet del pochoclo, pasando por el incipiente nicho de las golosinas orgánicas. Para leerla, hacé clic acá.
hola somos @arteenfrutas y queriamos saber si podemos tener un stand en su feria, o si podemos ir a hacer alguna demostracion. Muchas gracias