Producción agroecológica, comercio justo, conciencia ambiental, compromiso con las comunidades locales, calidad de exportación y un marketing para sacarse el sombrero. Esas son las claves detrás del éxito de Guayaki, una de las yerbas más populares del mundo, aunque paradójicamente los materos rioplatenses jamás hayan escuchado hablar de ella.

La historia oficial dice que sus fundadores, el argentino Alex Pryor y el californiano David Carr, se hicieron amigos mate de por medio, cuando compartían campus en una universidad yanqui allá por los 90. Juntos, cranearon un modelo de negocio que le diera a la yerba proyección internacional a partir de sus propiedades saludables y energéticas, contribuyendo —a la vez— con causas sociales y ambientales como la reforestación de la Mata Atlántica y el desarrollo de las poblaciones originarias de las regiones yerbateras, en las selvas subtropicales de Argentina, Paraguay y Brasil.

El catálogo de la marca es tan amplio como innovador (y polémico, al menos para los puristas del termo y la bombilla).

Hay infusiones varias en saquito, yerbas saborizadas (incluyendo un blend de… ¡barbacoa!), tereré con menta o frutas, gaseosas (para los nostálgicos de la Nativa) y accesorios múltiples. Lamentablemente no vas a encontrar ninguna de estos productos en el súper de tu barrio, pero si la AFIP te autoriza podés intentar hacer un pedido online. ¿Algunos precios? $ 40 dólares el pack de 12 botellitas surtidas de tereré o 9 dólares la yerba tradicional de 225 gramos.

Conocé más sobre Guayaki en esta nota de Sustentator, o visitá las webs de la empresa (el sitio argentino y la versión en inglés, dirigida al público de EE.UU. y otros mercados globales).