Una manzana ha desatado la última batalla entre los abanderados de la movida orgánica y quienes reivindican los cultivos transgénicos. Se trata de la variedad “Arctic”, patentada por la compañía canadiense Okanagan Specialty Fruits y recientemente aprobada por las autoridades sanitarias de los Estados Unidos, al considerar “poco probable” que suponga un riesgo para la salud y el entorno, pese a las críticas de organizaciones ambientalistas.
Con el visto bueno de la USDA (el departamento de Agricultura yanqui), esta flamante manzana “de laboratorio” llegará al mercado el año próximo. Su composición genética ha sido alterada para evitar la oxidación al entrar en contacto con el aire. Así, una vez cortada no se pone oscura, reacción habitual en las manzanas tradicionales que —según sus creadores— genera rechazo en muchos consumidores y lleva a que, por lo general, se las termine tirando a la basura cuando todavía se encuentran en condiciones óptimas.
“Nuestras investigaciones han mostrado que quienes consumen manzanas están, en su mayoría, interesados en que no se pongan marrones”, dijo Neal Carter, CEO de la firma.
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