Nicholas Blechman, ilustrador estrella del NYT, resume en un puñado de datos y gráficos el drama que enfrenta un ícono de la mesa gourmet y saludable: el aceite de oliva italiano. Bajo el título “Extra virgin suicide”, el informe permite descubrir que buena parte de este producto proviene, en realidad, de otros países, y que a veces hasta se lo mezcla con aceites más baratos como el de soja. Por cierto, nada de esto se aclara en las etiquetas.
Se trata de un caso testigo de cómo el marketing, la falta de controles y la codicia llevada al extremo pueden conspirar contra la calidad, la autenticidad y el carácter natural de un alimento (y en definitiva, contra la propia vitalidad del negocio). Es, de paso, una buena excusa para seguir eligiendo aceites locales —se sabe: todo lo que importado implica una mayor huella de carbono—, que además tienen poco que envidiarle a los europeos.
Para acceder a la infografía animada (textos en inglés), hacé clic acá.
Lo que Nicholas Blechman no dice es que hay gente inescrupulosa que falsifica los productos made in Italy atentanto contra la fama de los exelentes productos italianos y contra los productores italianos , el verdadero olio di oliva extra vergine italiano sigue siendo el mejor del mundo!