Durante décadas, fueron las niñas mimadas de una industria que ahora, develados sus efectos perjudiciales, hace malabares para despreciarlas y despegarse de ellas, en el afán de ganarse la confianza de un consumidor cada vez más consciente e informado. Hablamos de las grasas trans, que son el resultado de la hidrogenación: un método químico que transforma aceites vegetales en grasas sólidas, elevando su punto de fusión con la intervención de hidrógeno y un catalizador o acelerador.
Incorporadas a una amplia gama de productos ya que mejoran su apariencia y les confieren mayor estabilidad, durabilidad y versatilidad, está probado que su ingesta eleva los niveles de colesterol y triglicéridos.
“Los ácidos grasos naturales adoptan, así, una conformación que no existe en la naturaleza. La margarina es un compuesto que no se disuelve ni siquiera cuando lo fregamos entre los dedos”, ejemplificaba el naturista Néstor Palmetti, uno de los referentes locales en materia de nutrición alternativa, en un artículo publicado por JOY en 2013 bajo el título Los archienemigos de la alimentación saludable. Y agregaba: “Es fácil imaginar lo que sucede con estas partículas de consistencia similar al plástico una vez que entran en el cuerpo: colapsan los órganos depuradores y los fluidos internos, y una parte queda retenida en el tejido adiposo”.
La buena noticia es que, como informó días atrás Clarín, “el 10 de diciembre vence el plazo para que la industria alimenticia termine de adecuarse a la legislación que prohíbe la comercialización de productos que contengan ese tipo de ácidos grasos (galletitas, alfajores, snacks, productos de panadería), responsables de efectos adversos en la salud, ya que aumentan el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, diabetes y hasta muerte súbita”. De esta manera, la Argentina, que no suele caracterizarse precisamente por su legislación de vanguardia en la materia, se convertirá en el primer país del continente oficialmente libre de las “malditas” trans.
La medida, según un estudio del Ministerio de Salud, permitirá, anualmente, salvar nada menos que 1500 vidas y ahorrar a las arcas del Estado 87 millones de dólares como resultado de la prevención de enfermedades.