Dulce, salado, ácido, amargo y… umami. El más misterioso y polémico de los gustos básicos debe su efecto al glutamato, un aminoácido que abunda en ingredientes naturales como el tomate, pero cuya versión industrial, utilizada en infinidad de alimentos procesados, acumula cuestionamientos y detractores. ¿El saborizante perfecto o un aditivo letal?