El lugar, cuyo propietario acredita una estrella Michelin en su haber, se llama De Kas y es considerado uno de los mejores restaurantes de la capital holandesa. Funciona en un antiguo invernadero municipal restaurado, donde las plantaciones de los jardines comparten espacio con las mesas del salón instalado entre las paredes vidriadas del invernadero.
“Limpiamos las verduras, las marinamos, las asamos y luego las servimos. Cuando hacés mucho más que eso, perdés la mayor parte del sabor”, sentencia el chef, alineado a la tendencia gastronómica —tan en boga— de volver a lo simple y lo natural.
Entre otras premisas, solo se utilizan alimentos de estación. “Seguimos a la naturaleza: no hay espárragos en diciembre”, ejemplifica, en una nota publicada por el sitio Coolhunting, el responsable de un menú que rota semanalmente en función de los productos disponibles.
La cena de tres pasos cuesta 50 euros por persona (mejor evitá las conversiones) y el almuerzo de dos, algo más accesible: 37,5. Si andás por la ciudad de los tulipanes y los coffee shops y te da el presupuesto para una experiencia gourmet no convencional, esta parece ser la indicada. Y si no, alquílate una bici y pasá igual, aunque sea para curiosear.